Nuestras relaciones románticas se desarrollan mucho en línea. Ya sea en plataformas de redes sociales como WhatsApp o Facebook, en aplicaciones de relaciones como Tinder y Bumble, o en aplicaciones de citas como eHarmony, Zoosk y otras, nos encontramos más en línea que fuera de línea.
Gracias a los cientos de aplicaciones y sitios web, plataformas de redes sociales, etc., las personas estamos más conectadas que nunca. Tanto así que hemos dejado de trazar una línea entre las interacciones virtuales y personales. Hablar con un amigo, mantenerse en contacto con los padres, hermanos, hijos, etc., hoy ya no es motivo de angustia, incluso si se está a miles de kilómetros de distancia. Lo único que hay que hacer es realizar una videollamada; y he aquí, la persona está justo frente a usted, en tiempo real.
Esto se llama intimidad digital.
Aunque la investigación sobre la intimidad en las interacciones sociales en línea todavía está en su infancia, hay un consenso general de que se puede experimentar una forma de intimidad en línea en este contexto. Esto plantea la pregunta de cómo estas tecnologías afectan la experiencia de la intimidad interpersonal y su relación con nuestro bienestar.
Hace unos años, el Centro de Investigación Pew descubrió que el 57 % de los adolescentes de entre 13 y 17 años no tenían problemas para hacer nuevos amigos en línea, siendo la mayoría de estas amistades en el espacio digital. Eso fue en 2015, y ahora esa misma generación de adolescentes ha crecido. Y sus preferencias en relaciones han evolucionado con ellos. Muchos incluso tienen experiencias íntimas que son completamente digitales.
La intimidad digital tiene dos caras de la moneda: sí, es muy bueno conectarse con las personas que amamos con un solo clic, pero…
La tecnología nos escucha, aprende de nosotros y transmite de nosotros...
Como siempre he dicho, nuestros datos son una mina de oro para las empresas y los gobiernos. La recopilación de relaciones se ha vuelto tan sencilla como comprar una base de datos que incluye nuestras fotos, abrir nuestra cámara y leer nuestros mensajes. Este es un tema muy sensible, especialmente para las mujeres, que pueden convertirse en víctimas de filtraciones digitales como fotos o videos íntimos.
Proteger nuestros datos no significa esconderse, sino protegernos
a nosotros y a nuestros seres queridos.
Algunas aplicaciones nos conocen tan bien que son casi como un amigo humano. En Australia, por ejemplo, cientos de miles de personas actualmente acompañan a un compañero impulsado por IA llamado iFriend. La aplicación promete siempre escuchar y entenderlo.
iFriend puede recoger sus miedos, pensamientos, sentimientos y vulnerabilidades y utilizarlas contra usted para manipular su comportamiento y, en última instancia, afectar su salud mental.
La exposición excesiva a la tecnología afecta nuestra percepción de la realidad. Esto lo podemos confirmar tras conocer todas las investigaciones sobre cómo Instagram afecta nuestra autoestima y nuestras interacciones sociales. Muchos de nosotros pasamos cada día al menos ocho horas frente a pantallas, no solo trabajando o estudiando, sino también jugando, enviando mensajes, desplazándonos por redes sociales, videochateando, navegando en Internet y reproduciendo contenido de entretenimiento.
Los humanos y la tecnología estarán cada vez más entrelazados. A medida que la sociedad se acostumbra al metaverso durante la próxima década, los cascos de realidad virtual serán reemplazados por tecnologías mucho más avanzadas que permitirán realidades mixtas más profundas e inmersivas, difuminando aún más las fronteras entre la intimidad física y la digital.
Recomendamos no caer en la comodidad de construir relaciones en espacios digitales. Mientras no tengas control sobre tu propio dispositivo y no restrinjas los permisos y los rastreadores en tus dispositivos, lo más seguro es no revelar demasiado sobre tu cuerpo, tus sentimientos y tus planes.
