En 2015, las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba se restablecieron después de décadas de hostilidad. Pero en menos de dos años, el síndrome de La Habana casi cerró la embajada, ya que el personal fue retirado debido a preocupaciones por su bienestar. Al principio, hubo especulaciones de que el gobierno cubano, o una facción de línea dura que estaba en contra de mejorar las relaciones, podría ser responsable, después de haber empleado algún tipo de arma sonora. Los servicios de seguridad de Cuba estaban nerviosos por la afluencia de personal estadounidense y mantenían un control firme sobre la capital.